La respuesta a esta pregunta se encuentra en la historia evolutiva. De acuerdo con las investigaciones las muelas del juicio fueron útiles para los antepasados nómadas o humanos primitivos lejanos quienes poseían mandíbulas demasiado grandes y más dientes, para ayudar a procesar alimentos ásperos y crudos que requieren mucho corte y masticación.
Cuando el maxilar es muy pequeño y se cuenta con un segundo molar que hace un tiempo ya ha erupcionado, obstruye el paso de la muela de juicio, evitando que esta tome posición en donde se supone debería hacerlo, pero aun así el diente sigue empujando, lo que hace que el proceso sea doloroso.